jueves, 7 de noviembre de 2013

Ya anciano, barba blanca




Para John Heath


Ya anciano, con barba blanca,
sin dolores de articulaciones,
como ningún otro de mi edad,
corro, ando en bicicleta todo el día,
siento que todavía soy un muchacho
de veinte o treinta años, no tengo
perdón del cielo, juego a corretear
palomas en el jardín de grama
especialmente diseñado
para que mi hija corra sin peligro
de caerse
en la tierra áspera, dura;
la última vez que perdió el equilibrio
se hirió las rodillas y lloró por una hora;
pero yo, anciano, barba blanca,
sin dolores en las articulaciones,
animo a mi corazón para que salga a correr
por la grama lisa, blanda, rass;
lo cuido igualmente
como si fuera mi hija,
corre haciendo piruetas;
por más áspera y dura que sea la tierra,
sobreviviente de una dictadura,
mi corazón, no se cae, 
no se hiere las rodillas,
no se queda quieto un rato,
sale a correr en bicicleta todo el día.



viernes, 11 de mayo de 2012

Desde la bóveda oscura








CIEN AÑOS DEL HUNDIMIENTO DEL TITANIC

“ .¿Y de dónde provienen aquellas miles y decenas de miles de maletas empapadas,/
flotando a la deriva, sobre las aguas?/(…) “
Hans Magnus Enzensberger

Desde la bóveda oscura
de aquel universo donde estaba prisionero,
soñaba que Chile entero
era un barco gigante de cuatro chimeneas
que jamás sería hundido;
y soñaba que aquel barco salía del puerto
repleto de pasajeros, que bailábamos
y cantábamos, todos encadenados,
porque nunca seríamos vencidos;
el muelle estaba repleto
de buena gente, gente
recontra buena
que desde
la orilla nos veía, que poco a poco,
nos alejábamos del litoral, y los músicos
en la cubierta
de este inmenso trasatlántico
no cesaban de tocar sus violines,
era lindo ver cómo se bailaba
polkas y valses antiguos;
las muchachas ricas
lucían sus joyas y vestidos transparentes;
los demás, ya casi descabezados por los delfines,
veían damas bonitas brincar
como pájaros de patas largas,
de aquí para allá;
en aquel barco, ya casi transparente,
nadie tenía miedo al mar,
porque este era el barco
que jamás sería hundido;
así se decía en nuestras canciones;
cada uno de los aceros
unidos con tuercas enormes,
eran difíciles de romper;
claramente se veía aquel barco de cuatro chimeneas
iba partiendo las olas a toda velocidad,
se iba de cabeza
a estrellarse contra aquel témpano maldito;
era como defender la plaza de Rancagua
- contra la dictadura - en tiempos de la independencia;
pues así son los sueños
que a veces soñamos,
todos sabíamos que nos íbamos
a estrellar; pero nadie hacía nada para evitar el desastre,
era como volver
un siglo atrás y ver
la Esmeralda, aquel barquito de madera
que espera encontrarse 
con el gran acorazado en la rada Iquique;
pero nadie
movía un dedo
para que aquel barco en que navegábamos
no rompiera su nariz mil pedazos;
cuando los oficiales de guardia
gritaron: cuidado, que vamos
de cabeza contra un témpano maldito;
el que manejaba el timón,
al ver la impresionante roca de hielo,
equivocadamente giró a la derecha,
fue tremenda la frisadura;
el agua comenzó a entrar a chorro
en las bodegas; los tripulantes
se ahogaban, los que manejaban
las calderas
se quemaban vivo con el vapor;
y los pasajeros de primera
y segunda clase,
que sabían donde estaban
los botes de salvavidas,
gritaron todos a la vez:
“sálvese quien pueda”,
unos subían por los muros,
otros trepaban las rejas y saltaban,
de un país pasaban a otro país;
nadie quería hundirse
las heladas aguas del Atlántico;
los barcos que estaban
más a la mano para salir en auxilio
de aquellos que se ahogaban,
decían con sarcasmo maldito
“miren como celebran la fiesta
de aquel barco que nunca jamás
será hundido”, y nadie salió
en su auxilio, en una noche plácida
y sin olas, el Titanic,
con todas sus luces encendidas,
poco a poco, partido en dos mil pedazos,
se hundía en medio del océano;
cientos y cientos, fueron
los desaparecidos;
los cuerpos helados
como témpanos, quedaron
dispersos en el mar;
muchos murieron de golpe
cuando se tiraban
de las altas torres, y los pocos
que sobrevivimos,
después de cien años
de aquella tragedia del mar, todavía
cantamos las canciones
de aquel barco maravilloso
que jamás será hundido.

lunes, 23 de abril de 2012

Una cosa sigue a la otra


UNA COSA SIGUE A LA OTRA

Un cosa sigue a la otra,
y ésta, a la siguiente, y así, eternamente
las sillas siguen a las mesas,
las mesas a los manteles,
los manteles a la mantequilla,
- langostas de los más exquisitos platos;
nada se queda en el pasado,
todo está en el presente,
del presente al futuro
hay sólo un paso,
los puentes son hilos de oro y plata
que unen una rivera con la otra,
el hombre no aprende de
los puentes ni de los caminos,
por el contrario, en medio
de los conflictos, son los puentes
y los caminos
los que más se destruyen;
las cosas que se quedan en el pasado
por ser irrecuperables, se olvidan;
sólo tú, identidad remota de mis sobresaltos,
figurita de navidad guindada en el árbol,
cuando cumplas cien años
nadie te habrá olvidado:
una gota de agua nunca es igual
a otra gota de agua;
pero los mares, gota a gota se rebalsan,
se vuelcan los cielos,
los secretos milenarios
más sagrados del universo
quedan a la intemperie:
solamente tu amor no tiene olvido.



Eduardo Embry



Imagen: Cuadro de Waterhouse

Para saber contar


PARA SABER CONTAR

En esta ciudad de peces
hay trecientos mil escalones,
que son escalones locos
que llevan del plan a la cima
que suben y bajan sin moverse del sitio;
para salir a la superficie,
si es que alguna vez me asomo hacia arriba,
me pondré el chaleco de escamas,
en medio de un alboroto de olas y espumas
dejaré en el fondo del abismo
mi cola de pez y mis aletas,
vestido de marinero salvaje,
con una cicatriz en la cara,
como un muerto, muerto ya hace siglos,
golpearé a la puerta de tu casa,
he de saber por fin con quién vives,
cuántos hijos tienes;
subiré y subiré trecientos mil escalones
volveré a mi casa, me dormiré en mi cama
de algas y pescados secos,
dejaré afuera todo lo prohibido
de un amor que quiso ser y no pudo;
dejaré que pasen, que entren otra vez a mi cabeza
el agua salada y todos los peces que viven conmigo:
las algas azules que ablandan el vientre,
para estos años que no estoy contigo,

el tabaco y el ají que no fumo,
con alcoholes demasiado fuertes,
quemen en este día
las tripas de estos versos.

Eduardo Embry


Imagen: Del bestiario medieval, Oxford

Oficio


OFICIO

Yo me veo pintando en las rocas
centauros y serpientes
con raíces y hojas
de árboles rojos y árboles azules,
con patatas y zanahoria,
dragones de reyes con barba
de sabios antiguos,
ciempiés de los monjes
y caballeros de altos sombreros
que hacen guardia
en la puerta de palacio,
y al lado de estas grandes bestias,
también estampo con mi mano
mariposas y papagayos,
y en una libretita que llevo,
anoto los días y los meses del año
que sobrevivo.


Eduardo Embry

Imagen: Serpiente alquímica


Una vaca infinitamente blanca

UNA VACA INFINITAMENTE BLANCA

Una vaca blanca frente a mí,
una vaca infinitamente blanca
como el dedo más pequeño
que asoma su cabeza por
los huecos que tengo en mis zapatos;
esto es, un monstruo blanco
parado ante mis ojos,
una vaca
que no deja pasar a nadie,
viéndola que tranca el camino,
me acuerdo de aquel que
nace en Florencia y es desterrado
por vida en Rávena,
y me digo:
si paso me llevo esta
bestia por delante,
pegada me la llevo en mi anzuelo,
la vaca por cierto es un pez
infinitamente grande,
de penacho alto lleno de nieve,
la vaca es una montaña;
me lleno de estupor
pensando,
que de tanto mirar sus ojos
este pescado grande, maldición,
me convierta
en un pobre gato de agua dulce,
que al derretir la nieve en primavera
haga temblar el cielo de ramas verdes,
verdes ramas, verde
que ya no te quiero.


Eduardo Embry



Imagen: Grabado medieval

Poema en busca de título

POEMA EN BUSCA DE TÍTULO

Había tenido un sueño terrible;
de súbito se levanta del sillón,
comienza a correr con urgencia
busca de la mujer que ama; tiene
metida en la cabeza una imagen mala,
un pequeño presentimiento, un incidente
que de un momento a otro nunca sucederá;
corre por las calles como un loco;
si hubiese tenido el sonido de una sirena
se hubiese creído que aquel que corría
sin tener cuatro ruedas,
era una ambulancia en busca de un herido;
más veloz que los autobuses y los trenes,
más
que un pájaro
que pasa por encima de la cabeza;
de pronto
vio desde la nuca del cielo
una luz peregrina y veloz
que parecía ser la mujer que buscaba,
corrió y corrió hasta quedar
al alcance de su mano,
y por el impuso que llevaba
la tocó bruscamente del hombro,
la mujer que se vuelve
muestra el rostro feo de un caballo;
no pedió disculpas, prosiguió su veloz carrera;
la mujer de la cara de caballo
cada tres o cuatro pasos que daba
se volvía hacia atrás,
“ya no puede uno andar tranquila
por estas calles de Dios”


Eduardo Embry

Imagen: Mujer medieval

Lluvia de mártir


LLUVIA DE MÁRTIR

El cielo se ha despejado por fin,
salen los niños a jugar a la calle,
ahora viene la reflexión
que trajo la lluvia,

las brisas que mueven
la pavesa
quisieron avisarle a tiempo
"éste y éste son los traidores"

pero él, como no creía
en supersticiones,
nunca levantó su mirada hacia el cielo,

habría visto con nitidez
las señales del viento,

prefirió morir abrazado
a su espada


Eduardo Embry

Imagen: Grabado japonés de Yoshitora


Amor a toda costa

AMOR A TODA COSTA

El amor se presenta sin aviso;
de noche, desprevenido me pilla,
quiere pelear conmigo, como
si yo fuera la Esmeralda,
aquella pequeña barquita
frente al puerto de Iquique,
el demonio acorazado enemigo,
y después de largo combate,
hace que el amor
que venía con todas sus furias,
no se hunda en mis tibias sábanas;
como un antiguo,
misterioso
y repentino amador,
padre de la codicia y marido
de doña Venus,
se marcha echando humito;
me deja
dormir tranquilo;
sueño, pues, que yo mismo,
soy una serie de fragmentos,
basta que el viento sople
para que todo
desaparezca:
amor y desamor,
ese fuego, ese apetito salvaje
es nuestra vida,
es nuestra muerte;
sonrío, no me caliento,
me pongo mi capucha,
sigo mi camino.


Eduardo Embry



Imagen: Jardín amoroso medieval

Cuento chino


CUENTO CHINO

De las treinta mujeres
que tenía aquel rey,
todas bravas amadoras,
seres bellos, seres feos
que pueblan estas tierras,
con ninguna tuvo hijos,
(porque rey hay uno solo)
este rey que había
no cayó de las estrellas;
era individuo como
cualquiera que sufría
dolor de muelas;
jugaba a la pelota en la calle,
y jugando con una mano en el bolsillo,
rogaba al cielo, siendo
lo que más quería
tener un hijo; Dios le habló
con la voz de un conejo,
de un árbol que crecía como una montaña,
lo primero es lo primero,
500 mil páginas mil veces has de escribir
con tinta de peces caballeros,
(con letra grande y muy clara)
todo lo que se ve en la tierra
y lo que se ve detrás del cielo;
luego, como si lloviera arroz,
este rey que sufría de dolores de muela,
cantando la ranchera de Gabino Barrera,
en cada pueblo que pasaba
Dios le daba muchos hijos.


Eduardo Embry



Imagen: Emperador Chino

domingo, 22 de abril de 2012

La noche de los borrachos


LA NOCHE DE LOS BORRACHOS

(Para Sara)

En la noche de los borrachos
un caballo entra a un bar,
cruzando el amplio salón,
desde la puerta hasta la pared del fondo,
con la majestad de un príncipe de crines blancos,
va y viene, y nadie dice nada;

con las sandalias de hierro que lleva
hace sonar locos cascabeles,
¿qué mal puede hacer
un caballo
en la amplia sala de un bar?

lo vieron trepar la pared del fondo,
dar golpes en el cielo raso,
y con sed infinita de la arena seca
de un beduino
lo vieron beber cerveza escandinava,
y luego, sin decir una palabra,
por la misma puerta
donde había entrado, lo vieron salir;

un gallo que estaba a la mesa del bar,
en voz alta se preguntaba: si la casa
de los gallos locos está al otro
lado de la M- 27, y si el mar
que guarda tantos misterios,
está muy lejos de aquí
¿cómo pudo haber entrado en este bar
una sirena tan hermosa?


Eduardo Embry
De "El Libro de los embustes", Editorial Altazor, 2012 - dedicado a Teresa Cabanas y Fernando Villarragas, estudiosos de la Universidad del Estado Santa Maria, de Brasil)

Imagen: El guapo sir Gawain y la bella dama

Raros resplandores estremecen el seso


RAROS RESPLANDORES ESTREMECEN EL SESO

Cuando se ignoraba que el universo
se expandía en forma acelerada debido
a una materia oscura y misteriosa, algo así
como la gasolina y el petróleo
que al expandirse mueven montañas de un lugar a otro,
tú eras la más bella de todas las galaxias;
(eso era todo lo que había en los elementos
más sencillos del cerebro)
tal cantinela se repetía irresponsablemente en el oído:
“eres la más bella de todas las galaxias”,
desde hace treinta millones de años
y muchos más, las estrellas revientan
en mil pedazos;
entonces, se creía que la tierra
era el centro de la Vía Láctea,
que el sol era la única luz
que más brillaba sobre las cosas;
mirando el cielo de estrellas coronado
yo me preguntaba ¿para dónde van
las galaxias, a velocidades de locos,
huyendo una de la otra?
¿y qué dicen los astrólogos?
del manto azul de mares que hay en el cielo
desaparecen la velocidad y el espacio;
la emocion circular del corazón
es un signo: ladrones y chupaculos,
poco a poco, desaparecen;
el cielo del hada madrina se está bebiendo el cielo
como quien se bebe una psi-cola,
y yo, irresponsablemente, diciéndote al oído:
“eres la más bella de todas las galaxias”


Eduardo Embry
De "El Libro de los embustes", Editorial Altazor, 2012 - dedicado a Teresa Cabanas y Fernando Villarragas, estudiosos de la Universidad del Estado Santa Maria, de Brasil)

Imagen: Astrología medieval

Dime sólo una palabra y mi alma será sabia

DIME SÓLO UNA PALABRA Y MI ALMA SERÁ SABIA

Dime, tú que andas con un saco
al hombro haciéndote como quien no ve
cuando lo ves todo:
¿cómo se hicieron estas luminarias
que giran en torno a la tierra?
mira lo que ha quedado entre nosotros,
por causa de tu silencio: guerra
y sangre derramada, moscas en los pasteles
que hacen jugar a los dictadores
“este castillo es mío”,
¿cuántas personas caben en
la punta de un alfiler?
y más aún:
debajo de un granito de arena
¿cuántos ríos pasan por debajo?
toda una historia humana; un hombre
se levanta, grandes maquinarias
sacan, gota a gota, el aceite de la tierra,
cierro los ojos, aquí no sufre nadie,
la vida no viene con la muerte,
yo le pongo a la muerte
el zapato en el cuello;
dime, tú que vienes de tan lejos haciéndote
como quien no ve
cuando lo sabes todo, dime:
¿cómo se hicieron estas luminarias
que giran en torno a la tierra?


Eduardo Embry
De "El Libro de los embustes", Editorial Altazor, 2012 - dedicado a Teresa Cabanas y Fernando Villarragas, estudiosos de la Universidad del Estado Santa Maria, de Brasil)


Imagen: Astrónomo medieval

Mi país es una aspirina


MI PAÍS ES UNA ASPIRINA

Llevo mi país dentro de mi cabeza,
mi país es una aspirina,
por eso mi cabeza no me duele;
y para que yo vea claramente
mirando hacia la vía láctea
allá donde están mis dioses.
me dirijo a la estrella más chueca,
a la más mentirosa,
aquella que en vez de unir
hermanos con hermanos -ante verdades
esenciales de los niños
jugando a las maravillas de cristales,
esa estrella maldita, más nos dispersa;
somos animales de la sed y del hambre,
que entramos por un túnel
y salimos por el otro;
estos son hijos que nacen apretujados
sin oportunidad para que el oxígeno
les llegue al cerebro
(a mí me ha nacido una criatura
que es la pura bendición de Dios en mi poesía)
me ha nacido así para que yo sea
famosos en esta tierra; soy aquel
que luce con orgullo de ser el dueño
de esta magnífica maquinita de hacer
paquetitos vacíos de uvas secas,
es decir, aquí tengo un ejemplo
de las mentiras que caen del cielo:
cada vez que sus relojitos
detienen sus pequeños engranajes,
se enciende una luz verde, aparece
el pajarito de tomar las fotos,
mira y piensa
“este es verdaderamente un amigo”,
y ahí se produce el milagro;
viene la primera pregunta:
¿que número de zapato calza usted?
y lo que más avergüenza
es cuando esta herramienta perfumada
pregunta ¿cuántos años tiene usted?
y si he de morirme en este cuento
moriré de felicidad
de llevar en mi cabeza el país
como una aspirina;
por eso mi cabeza no me duele.


Eduardo Embry
De "El Libro de los embustes", Editorial Altazor, 2012 - dedicado a Teresa Cabanas y Fernando Villarragas, estudiosos de la Universidad del Estado Santa Maria, de Brasil)

Imagen: Pelícano del Bestiario Medieval

Fonética y fonología


FONÉTICA Y FONOLOGÍA

Para quererte, para que me quieras,
he decidido aprender
la diferencia que hay
entre fonética y fonología;
mirando tu boca, sigo, paso a paso,
tus duras lecciones; veo
surgir desde la sombra de mi ignorancia
un energúmeno que repite
sonidos extraños y familiares;
me induces a creer que en español
se distingue el sonido “b” de rombo
del sonido “b” de robo; mirando
el movimiento de tus labios y la punta
de la lengua que escondes, no entiendo nada;
me explicas que si cambio en un fonema x
la letra “b”,
moviendo los labios y la lengua,
resulta otra palabra distinta,
quizá más asociada a la caída libre
de una manzana en la cabeza,
lejos de un beso;
y me gusta este juego;
me pides que te dé algunos ejemplos;
barco por parco, boca por toca,
y así pasa la hora, la sala se queda desierta,
el conserje apaga la luz,
el alumno que repite sus ejemplos
llevando el ritmo de tu boca,
se queda solo,
piensa sobre un modo imperfecto
de poner la lengua sobre los labios
para pronunciar palabras
que en tiempos medievales se escribían con zeta


Eduardo Embry
(De "El Libro de los embustes", Editorial Altazor, 2012 - dedicado a Teresa Cabanas y Fernando Villarragas, estudiosos de la Universidad del Estado Santa Maria, de Brasil)

Imagen: Pareja de cornetas medievales

Acto de ficción

ACTO DE FICCIÓN

Aquí se habla de la puerta,
del piso, de la mesa,
de las sillas, del mantel,
del cielo raso, de los adornos de Inglaterra
que cuelgan en la pared,
del piano traído de Holanda,
del baúl de los marineros de familia,
de la bandera británica hecha trizas,
de la copia en inglés
de la Divina comedia,
de la bicicleta con frenos
de varillas de acero;
de las macetas levadizas,
del perro que parecía un león,
de la bigornia fijada en subterráneo,
de los baños de ácidos
para hacer letreros en relieve,
para acabar con los huesos de los dedos,
de la escopeta de los tíos campeones
del tiro al blanco; de las latas corrugadas
importadas de Cornualles para
proteger la casa de las lluvias,
de sus paredes gruesas de adobe,
del hueco invisible en medio
del comedor donde los abuelos
ocultaron las armas y pendones
de vencidos en Placilla,
del noviazgo eterno de mis tías,
todo baila, canta, gira, como
una lectura imperfecta, retazos
de situaciones peligrosas y felices,
enfermedades, nueva gente
que de un grito
llegaba a este mundo,
todavía celebran la luz
con cantos y bailes;
ante la ficción y la poetría galante,
el erudito de corbata blanda
recomienda no tomar nada en serio;
este poeta ridículo sólo escribe
para que nadie
dé crédito a sus alardes.


Eduardo Embry
(De "El Libro de los embustes", Editorial Altazor, 2012 - dedicado a Teresa Cabanas y Fernando Villarragas, estudiosos de la Universidad del Estado Santa Maria, de Brasil)

Imagen: Cuadro de Waterhouse

El bachiller Serpa se compara con el poeta Henry Longfellow


EL BACHILLER SERPA SE COMPARA CON EL POETA HENRY LONGFELLOW

El poeta Henry Longfellow, lo mismo
que yo, fue un
hijo y un padre devoto
de los deleites
del hogar,
en eso fuimos
campeones;
pero nuestros
matrimonios,
terminaron mal,
tanto su mujer
como la mía,
murieron al dar a luz
al primogénito;
la casa de Henry Longfellow, lo mismo que la mía,
estaba al otro
lado del río,
la única
diferencia entre ambas,
la casa del poeta
estaba hecha toda de oro
y la mía, sólo
lata y cartones;
y cuando Henry Longfellow conoció
a su amada, se
dice escribió
aquellos famosos
versos que dicen:
"O my beloved, my sweet Hesperus!
Oh, mi dulce
lucero de la tarde
My morning and my evening star of love!
¡en la mañana y
en la tarde, estrella de mi amor”;
en cambio, cuando
por primera vez te vi,
coño, me temblaron las piernas,
perdí el color de la cara,
quedé
absolutamente mudo, nunca
he podido escribir para ti
una estrofa de amor.


Eduardo Embry
(De "El Libro de los embustes", Editorial Altazor, 2012 - dedicado a Teresa Cabanas y Fernando Villarragas, estudiosos de la Universidad del Estado Santa Maria, de Brasil)

Imagen: Van Gogh